Hoy celebran con gozo la fiesta de los santos apóstoles San Simón y San Judas Tadeo, testigos fieles del Evangelio y mártires que entregaron su vida en el servicio a nuestro Señor Jesucristo. En esta festividad, recordamos su valentía, su misión apostólica, y el ejemplo de amor que dejaron a la Iglesia. Ambos santos nos enseñan a ser verdaderos discípulos, a vivir nuestra fe con integridad y a proclamar a Cristo Rey, no solo con palabras, sino también con nuestras obras y sacrificios.

I. San Simón el Zelote: el fervoroso discípulo de Cristo

San Simón, conocido como “el Zelote” para distinguirlo de Simón Pedro, fue uno de los doce apóstoles elegidos por Jesucristo. Su título de "zelote" podría referirse a su origen en el movimiento de los zelotes, un grupo de judíos fervientes en la defensa de la fe y la ley de Moisés, que esperaban con ardor la venida del Mesías. Sin embargo, al conocer a Cristo, San Simón comprendió que el Reino que Jesús predicaba no era de este mundo, sino que era un Reino eterno de paz y amor. Dejó todo para seguir a Cristo, transformando su fervor nacionalista en un celo profundo por la verdad divina.

Después de la Ascensión de nuestro Señor, San Simón, junto con San Judas Tadeo, llevó el mensaje del Evangelio a tierras distantes. La tradición cuenta que ambos predicaron en Persia, donde enfrentaron numerosas dificultades y persecuciones, pero nunca renunciaron a su misión. Finalmente, en un acto de supremo amor y fidelidad a Cristo, San Simón ofreció su vida como mártir, proclamando a Cristo hasta su último suspiro.

II. San Judas Tadeo: apóstol y pariente de Cristo

San Judas Tadeo, también llamado "Lebeo", fue pariente de Jesucristo según la carne, siendo primo del Señor. Fue también uno de los doce apóstoles, distinguido por su fidelidad y su entrega en el servicio de Dios. En el Evangelio de San Juan, se le menciona preguntando al Señor por qué se revelaría a los apóstoles y no al mundo entero. Esta pregunta revela su amor y su deseo de que todos lleguen al conocimiento de Cristo.

San Judas Tadeo es también autor de la breve pero profunda Epístola de San Judas, un escrito que exhorta a los cristianos a mantener la fe en medio de las adversidades y a rechazar las falsas doctrinas que intentaban infiltrarse en la comunidad. En sus palabras, San Judas nos llama a “combatir ardientemente por la fe que fue entregada una vez a los santos” (Jud 1,3). Su vida y sus enseñanzas son un ejemplo de lealtad a Cristo y de firmeza en la verdad. Como San Simón, San Judas Tadeo culminó su misión con el martirio en Persia, sellando con su sangre el amor por el Salvador.

III. La verdadera devoción a San Judas Tadeo

En la actualidad, San Judas Tadeo es conocido en México y en otros lugares como el santo de los casos difíciles y desesperados. Sin embargo, es importante recordar que San Judas no es simplemente un “milagrero” o incluso un amuleto, o solo alguien a quien se recurre solo en los momentos de necesidad material. Su devoción debe enfocarse en su verdadero papel como apóstol, quien nos llama a permanecer fieles a Cristo en toda circunstancia, especialmente en las pruebas de fe y en las tribulaciones del alma.

Algunas prácticas modernas de devoción, que solo buscan soluciones rápidas o una relación superficial con el santo, no reflejan la verdadera espiritualidad que San Judas Tadeo representa. Su intercesión es poderosa, sí, pero debemos acercarnos a él con reverencia y respeto, pidiéndole que nos ayude a imitar su fidelidad y a crecer en nuestra relación con Dios. Recordemos que San Judas Tadeo es, ante todo, un apóstol de Cristo, un modelo de santidad y de sacrificio.

IV. Un llamado a vivir como discípulos fieles de Cristo

San Simón y San Judas Tadeo nos enseñan que ser discípulos de Cristo significa aceptar su llamado, seguir sus enseñanzas y, si es necesario, dar la vida por Él. Estos santos nos invitan a recordar que, en el seguimiento de Cristo, encontraremos dificultades y pruebas, pero que con la gracia de Dios podemos vencerlas. Su ejemplo nos alienta a vivir una fe sincera y a proclamar el Evangelio con valentía.

Hoy, en esta fiesta solemne, honremos a San Simón y a San Judas Tadeo, y pidámosles que intercedan por nosotros para que, como ellos, seamos verdaderos testigos de Cristo en un mundo que necesita la luz del Evangelio. Que su ejemplo nos inspire a vivir nuestra fe con autenticidad, y que su intercesión nos guíe en los momentos difíciles de nuestra vida espiritual.

Oración :

Oh gloriosos San Simón y San Judas Tadeo,  
ustedes que compartieron el martirio por amor a Cristo,  
y que fueron fieles hasta la muerte,  
intercedan por nosotros para que seamos dignos de su llamado.  
Ayúdennos a vivir como verdaderos discípulos de Cristo,  
a proclamar su Evangelio con valentía,  
y a ser fieles en todo momento.  
Que, por su intercesión, encontremos la fuerza  
para permanecer firmes en la fe y en el amor de Dios.  
Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.