Sergio Ramos

Sergio Ramos

“Muchos me llaman leyenda… pero pocos saben cuántas veces me rompí por dentro.” 

Me llamo Sergio Ramos. Nací en Camas, un barrio humilde de Sevilla, en 1986. Mi infancia fue como la de muchos: jugando en la calle, soñando con estadios llenos. Mis padres lo dieron todo. Mi hermano René fue como un padre. Siempre me protegió y creyó en mí más que nadie.

Desde niño supe que el fútbol sería mi salida. Entrenaba con rabia, con hambre, con ilusión. A los 17 debuté con el Sevilla. Un año después, el Real Madrid apostó por mí. Me fui solo a la capital… y el chico de Camas se convirtió en capitán, en símbolo, en historia.

En el Madrid viví lo mejor y lo peor. Gané 22 títulos: 5 Ligas, 4 Champions, Mundiales, Eurocopas… Pero también cometí errores. Me expulsaron, me insultaron, me juzgaron. Aprendí a vivir con presión. Nunca fue fácil. Perdí finales. Me lesioné. Me infiltré para jugar. Pero siempre di la cara.

Paré a los mejores: Messi, Lewandowski, Salah, Drogba, Ibrahimović… estuve frente a todos. Algunos me odian. Otros me admiran. Pero hay quienes me llaman el mejor defensa del siglo. Porque no solo metía la pierna… también metía el alma.

En 2021, tras 16 años, el club de mi vida me dejó ir. Sin homenaje, sin despedida como soñé. Me dolió en el alma. Me fui al PSG… y aunque gané títulos, no fui feliz. Las lesiones regresaron. Me costaba volver. Sentía que ya no era el mismo. Pero luché. Siempre luché.

Y cuando creí que aún podía dar más por mi país… Luis Enrique no me llamó para el Mundial de Qatar. Me partió el corazón. Había dejado todo por volver. Me cuidé. Me sacrifiqué. Pero no bastó.

En 2023 estuve sin equipo. Muchos creían que ya estaba acabado. Me ofrecieron ir a Arabia. A Estados Unidos. Pero yo solo quería algo: volver a casa. Y lo hice. Volví al Sevilla.

No fui por dinero. Fui por amor. Por cerrar el círculo. Por el niño que fui. Me recibieron como a un hijo. Lloré. De verdad. En cada partido, sentía que tocaba el alma del pasado.

Y cuando nadie lo esperaba, en febrero de 2025, crucé el océano. Fiché por Monterrey, en México. ¿Quién lo iba a imaginar? A mis 39 años, juego en una cultura distinta, otro ritmo… pero con la misma pasión.

Ya no corro igual. Pero amo este juego como el primer día. Cada minuto en la cancha es un regalo. Porque sé que no me queda mucho. Pero mientras tenga fuerzas, lo voy a dar todo.

“No soy eterno. Pero soy de los que mueren de pie.” – Sergio Ramos
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